jueves, 8 de abril de 2010

Señor, Señor...

Estamos en el tiempo de Pascua. Cristo ha resucitado, ha vencido a la muerte y nos ha devuelto a la vida. Estamos de enhorabuena. Por ello os deseo a todos, una muy feliz Pascua de Resurrección. Estábamos esperando con ansiedad este precioso tiempo, de hecho, hemos celebrado la fiesta más grande que tenemos. Después de la cuaresma y la semana santa, nos llega un tiempo de luz, de alegría, de gozo, de alabar la Gloria de Dios. Sin embargo estamos en el mundo, y pese a que nos encontramos en este tiempo litúrgico, los hombres pensamos que ahora, después de las penitencias, ayunos, oraciones... todo vale, y no es así.

Hoy quisiera centrarme en una cita del evangelista Mateo (Mt. 7, 21-27). En ellas, las palabras de Jesús son durísimas, pero a veces no queremos oirlas y las consecuencias serán la ruina para nosotros sino ponemos en práctica sus palabras. La cita dice así:

"No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: ¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad! Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina."

Que el Señor nos pueda decir "apartaos de mí que no os conozco"... sinceramente, ¡qué angustia, qué miedo! Nos estamos jugando la salvación. Esa salvación que Dios nos regala y que nosotros, por nuestros propios egos, rechazamos.

Y es que, en ocasiones , nos atrevemos a obrar y/o hablar en nombre del Señor, pensando que así todo lo que decimos o hacemos es bueno, o verdadero. Pero no. No lo escuchamos y, por tanto, no hacemos su voluntad, sino que hacemos la nuestra poniendo al Señor por delante. Y es que, incluso hacemos daño a los demás porque su postura nos incomoda por no ser como la nuestra, pero con decir "así lo quiere el Señor", pensamos que el daño desaparece, o no es tal. Nos escudamos en el Señor, lo ponemos de barrera, pero simplemente como escusa, porque en el fondo sabemos que no estamos obrando bien, no es su voluntad la que estamos cumpliendo, sino que intentamos que sea la nuestra porque nos creemos infalibles, o simplemente, los que más cercanos a Dios estamos.

Si hacemos las cosas con amor (de verdad, sin disfraces, sincero) seguro estamos cumpliendo la que Dios quiere. Si tenemos resentimientos, celos, egoismos, envidias, soberbias, ocultismos, falsedades... por mucho que digamos "Señor, Señor" no lo estaremos haciendo bien.

Precisamente ayer miércoles, como sexto día de la novena de la misericordia, Jesús nos recuerda: "Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón". Confiemos de verdad en la Misericordia Divina. Jesús, mejor que nadie, sabe de lo difícil que es, en ocasiones, cumlpir la voluntad del Padre. Hasta Él le pidió que apartara el cáliz que le venía, pero no por eso dejó de cumplirla. Seamos humildes, aceptemos y cumplamos su voluntad, sabiendo que, todo lo que nos pasa es lo mejor que nos puede pasar, porque si viene de Él, porque si de verdad es lo que Él quiere, es lo mejor, aunque nos parezca lo peor. No sabemos sus planes. Recordemos que ha resucitado y ha vencido al pecado. A su lado nada debemos temer, porque la victoria es de nuestro Dios.


El Señor Resucitado os bendiga.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Rafa !

Que post más bonito y que bien redactado. Jesús te ama muchisimo !

Gracias por compartirlo :-)

Dios te bendiga.