viernes, 29 de abril de 2011

Santa Catalina de Siena

Aunque la fiesta de esta gran santa, este año coincide en la octava de Pascua, me gustaría resaltarla, de forma breve, por la gran devoción y admiración que le tengo.

Santa Catalina de Siena, nació en Siena el 25 de marzo de 1347, el día de la Anunciación, que coincidió aquel año, con el Domingo de Ramos. Estando en Roma, enfermó y murió el 29 de abril de 1380. Fue canonizada en 1461 por el Papa Pío II; y proclamada Doctora de la Iglesia el 4 de octubre de 1970.

De entra las frases de Santa Catalina, me gustaría resaltar una:

"Una cosa te pido, y es que no te dejes llevar por excesivos consejos. Es mejor que elijas un consejero que te aconseje sinceramente, y seguirlo. Cosa peligrosa es acompañar a muchos."

ORACIÓN A SANTA CATALINA DE SIENA

¡Oh gloriosa virgen Catalina!, a medida que os consideramos reconocemos en vos a la Mujer Fuerte de los Libros Santos, el prodigio de vuestro siglo, la antorcha luminosa de la Iglesia, la criatura dotada de incomparables dones y que supo reunir las dulces y modestas virtudes de las vírgenes prudentes a la intrepidez y al valor de los héroes. Volved, os rogamos, desde el cielo, vuestros ojos sobre la barca de Pedro, agitada por la tempestad, y sobre su augusto jefe, que ora, vela, gime, exhorta, combate y espera. Mostrad hasta donde llega vuestro poder cerca de Dios, obteniéndonos a todos el celo para adelantar en las virtudes evangélicas, especialmente en la humildad, la prudencia, la paciencia, la bondad y la diligencia en la práctica de los deberes de nuestro estado.

Mantened la concordia de nuestra gran familia y convertid a la Fe a los incrédulos del mundo entero; obtened para nuestra patria la paz verdadera, es decir cristiana, para nuestra Santa Madre la Iglesia el triunfo completo sobre el mal, por la Verdad, el sacrificio y la caridad. Amén.

El Señor os bendiga.

domingo, 24 de abril de 2011

No temáis

¡Qué sorpresa, miedo, asombro, impresión... tendrían María Magdalena y la otra María al llegar al sepulcro y verlo vacío!

Nosotros, al igual que ellas, debemos hacer caso al Ángel: "no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: HA RESUCITADO, como había dicho"

Al saber la noticia tendríamos que correr a anunciar a todos que Jesús ha resucitado. Nuestra confianza debe ser plena en Jesús. Pero no ahora, sino siempre; lo que pasa es que ahora tenemos la noticia por excelencia. Hoy celebramos la fiesta más grande que tenemos, la Resurrección del Señor. Él no está muerto: ¡VIVE!, y está entre nosotros.

Y con esa alegría y saber que algún día resucitaremos con Él, salgamos a anunciar a todos que nuestro Dios está con nosotros hasta el final. Jesús nos dice "no tengáis miedo". Suya es la Victoria, ha vencido a la muerte y al pecado.

Por tanto, estemos alegres, apartemos los miedos, felicitémosnos y, sintiéndonos hijos de Dios, herederos del Reino, alcemos nuestra cabeza y gritemos a los cuatro vientos que ¡JESÚS HA RESUCITADO!.

¡Feliz Pascua de Resurrección!

sábado, 16 de abril de 2011

A María de los Dolores



¡Ya!, ¡ya huele a incienso y a azahar!;

a cera caliente y a chicotá.

La noche del Martes Santo te espera,

pues es la noche de primavera

que en la calle hago contigo

mi estación penitencial.


Una saeta que sale de una garganta,

te reza y a la vez te canta

y la emoción no puede aguantar,

porque ve en tu rostro moreno,

un dolor más hondo que el mar


Madre mía yo quisiera

poder quitarte esos puñales,

que en tu corazón clavado llevas

por culpa de nuestros males,

y menguar tu dolorosa pena


El mundo entero enmudece

cuando de tu casa sales

¡Costaleros, poneros los costales!.

Que aunque el dolor escuece

lleváis a la Madre de Dios,

entre cirios y varales,

y esta noche la pena merece

que seáis Sus pies en la calle.


Muchas lágrimas derramas

por tu hermosa cara morena.

No llores más Nazarena

que Israel entero te aclama.

Escucha nuestra plegaria

que es oración sincera


¡Ya!, ¡ya huele a incienso y a azahar!;

a cera caliente y a chicotá.

A jazmines, penitencias y rosas.

Todos tus hijos gozan

cuando tu palio ven pasar,

y enciendes la fe de tu pueblo

porque vas repartiendo la Paz


En esta noche primaveral,

entre candelería y flores,

gracias por permitirme un año más,

poder acompañarte en tu caminar.

¡Madre mía de los Dolores!

viernes, 15 de abril de 2011

Sano estoy por su Espíritu Santo

Todos sabemos que las enfermedades, ansiedades, miedos, angustias... pueden ser provocados por las llamadas "causas naturales", por nosotros mismos (porque nos lleguemos a obsesionar con algo), incluso -aunque sea de forma inusual y extraordinaria- por el mal deseado por otras personas o espíritus inmundos (Lc. 13, 10-14). En este último caso, hay que aclarar que la tarea del demonio es tentar. Si estas tentaciones son continuas e intensas, pueden provocarnos miedos, depresiones... como dice J.A. Fortea en su libro Summa Daemoniaca.

Bien, el caso es que conozco a una persona muy cercana a mí, que llevaba tiempo con estos miedos, angustias, ansiedades. Esto impedía que fuese de verdad como era. Sabía que no tenía nada, pero ese malestar hacía que su interior estuviese como triste, sin ganas, encerrado en sí mismo.

Harto de aquella situación desagradable, hace unos días le pide a Dios con verdadera fe, con todas sus fuerzas, que lo saque de aquel boquete en el que se encontraba. Le sale una oración corta en el tiempo pero profunda de contenido y de ganas de liberarse. La Sangre preciosa del Señor, con la que se cubre mentalmente, y el Espíritu Santo al que había invocado en su oración, hacen que de su interior brotaran lágrimas enormes.

El Señor le daba el carisma de las lágrimas para que se liberara. En ese mismo instante, sintió un cambio interior en su cuerpo. Estaba distinto. La ansiedad desapareció, el miedo y las angustias también. -Dice el evangelio: "Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal"-. Y una gran paz y alegría lo abordó. Podemos decir que Dios convirtió su lamento en baile, su pena en alegría. Era aparentemente el mismo, pero por dentro otra persona.

Muchos habréis vivido situaciones semejantes, otros no. Pero esta persona quiso dar a conocer su pequeño testimonio. Es más. Sintió que el Señor le pedía que lo hiciera.

Seguro que todos conocéis la cita de la hija de Jairo y la hemorroísa. Pues bien, esta persona se sintió como la hemorroísa. Ante su estado quiso querer tocar el manto de Jesús, porque sabía que Él era el único que podía quitarle aquello. No era hemorragia, pero se le iba la vida de otra forma. Sintió que el mismo Jesús le dijo: "Tu fe te ha curado. Vete en paz". Y ¡vaya si se fue en paz! Con la paz que sólo Dios puede dar. Varias canciones se le vinieron a la cabeza, entre otras, esa de Juan Luis Guerra que da título a esta entrada.

Este testimonio, al final de la cuaresma, es sólo para dar gloria a Dios y bendecirlo. Para gritar al mundo que Jesús va a entregar su vida por nosotros, pero esperamos su gloriosa resurrección, donde nos devuelve a la vida. Y hoy día, Jesús sigue sanando igual que a la hemorroísa del evangelio.

Gracias Jesús, una vez más, por tu misericordia, por la sanación, por amarnos de esa forma tan inmensa (hasta el extremo), por derramar tu Sangre por nosotros; porque esa Sangre es la que nos libera, la que nos limpia, la que nos da la salvación.

¡Bendito seas por siempre Señor!

lunes, 11 de abril de 2011

Anda y en adelante no peques más

"Tampoco yo te condeno. Anda y en adelante no peques más".

Con qué misericordia termina este evangelio que se nos presenta hoy. Una vez más, como ya veíamos en el de ayer, Dios se apena de nuestra miseria. No es un ejemplo, es el ejemplo por excelencia a imitar. Su sabiduría, hace callar al más anciano (y sabio) de los presentes.

Como hemos visto en otras ocasiones, el tema del juicio a los demás nos envuelve. Siempre hablando de los demás, criticándolos, viendo las faltas del otro... ¿Y las nuestras? ¿No las vemos? ¿Será las que escribe Jesús en la arena mientras juzgamos y condenamos a nuestro prójimo? Posiblemente sea así, por eso, cuando las vemos nos quitamos de en medio. Escondemos la cabeza como un avestruz, pensando que así ya no se nos ve. Huimos como los fariseos, dejando de acusar al otro. Es lo que debiésemos hacer sin necesidad de condenar ni juzgar a nadie. No tenemos derecho a juzgarlos, cuando nosotros somos los primeros en cometer las faltas.

Pero esas faltas escritas en la arena, se borrarán con el viento y la lluvia. Se borran para siempre cuando la misericordia del Señor nos las perdona en el sacramento de la reconciliación; cuando el viento de su Espíritu nos limpia el alma con su paso sobre nosotros. Cuando nos dice:
"Tampoco yo te condeno". Pero también nos recuerda algo muy importante, que no debemos dejar pasar:
"Anda y en adelante no peques más".

Pidamos al Señor que nos dé el don del Amor para que sepamos repartirlo por el mundo, y empezando por nuestro alrededor, donde tenemos una dura y difícil tarea pendiente por hacer. No seamos como los fariseos, que hablamos teniendo tanto que callar. Y agradezcamos una vez más a Dios, por su infinita misericordia y por enseñarnos a actuar con astucia frente al enemigo.


El Señor os bendiga.

domingo, 10 de abril de 2011

¡Ven fuera!

El evangelio de hoy nos habla de la resurrección de Lázaro (Jn 11, 1-45). Hay varios aspectos que podemos destacar de esta cita, -indudablemente nos sirve de preludio para lo que será su propia resurrección- pero voy a centrarme en una, en la que más me ha llamado. En la que hoy considero, de forma personal, que nos quiere decir.

"Tu hermano resucitará". Marta respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día". Jesús le dijo: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que esté vivo y cree en mí, no morirá para siempre"

Leyendo el evangelio pensaba, que no es casualidad que el domingo próximo sea domingo de ramos. Hemos tenido un tiempo de Cuaresma para hacer oración, penitencia y, sobretodo, limpiarnos y ponernos en condiciones para celebrar la fiesta de la Pascua, dentro de dos domingos. Por tanto, hoy es un nuevo recordatorio que Jesús nos hace para que lleguemos a esa situación, y me explico.

Dice el evangelio que Jesús, al ver llorar a María y a los judíos que la acompañaban, sollozó. Cuando le contestaron "Señor, ven a verlo" se echó a llorar. Y al oír "¿no podía haber permitido que muriera éste?", sollozó de nuevo.

Lázaro era su amigo. Lo quería. Y lo devuelve a la vida. Lo mismo hace con nosotros. Él tiene ese poder de devolvernos a la Vida. Una vez más, Jesús nos muestra su Misericordia. Pero no esa misericordia que entendemos por piedad y perdón. Como la propia palabra indica, se apena de nuestra miseria. ¡Qué mayor miseria que estar en la muerte del pecado!

Sabemos que Él no se aparta de nuestro lado, somos nosotros los que nos apartamos de Él. Jesús nos espera pacientemente siempre. Desea escuchar nuestra petición de ayuda y ya está ahí, a nuestro lado, echándonos esa mano que le solicitamos. Sin embargo, fijaos, hoy no espera a que nosotros vayamos a Él. Hoy es Él el que viene a nuestro encuentro a salvarnos de nuestra miseria, a devolvernos a la Vida, llorando por nuestra muerte espiritual porque nos ama, y resucitándonos, sacándonos a la Luz, llevándonos con Él.

Cuando resucitó a Lázaro, lo hizo también para que muchos creyeran. Hoy también nos demuestra que Él es la Resurrección y la Vida para que muchos crean en Él.

Por eso decía que no es casualidad que la próxima semana sea Semana Santa. El Señor quiere limpiarnos, salvarnos, para que podamos vivir la Pascua, la fiesta más grande de la Iglesia, su Resurrección, que nos salva y nos promete la resurrección nuestra junto a Él.

Por eso quiero dar gracias al Señor por darme el don de la fe y creer en Él. Por eso quiero dar gracias al Señor por la Vida que nos da y porque nos resucita siempre que estamos en la oscuridad, muertos. Porque cuando estamos en ese estado de miseria, de putrefacción espiritual, Él nos llama, sabiendo que olemos porque ya llevamos "cuatro días" y nos dice a cada uno de nosotros: ¡Ven fuera! Ven a la Luz y sal de la tiniebla.

¡Bendito sea el Señor!

lunes, 4 de abril de 2011

La Cruz y el Icono de María.

El pasado sábado día 2 de abril, coincidiendo, como ya sabemos, con el VI Aniversario de la Muerte de Juan Pablo II, se clausuraba en Algeciras, la visita de la Cruz y el Icono de María en la diócesis de Cádiz.

La Eucaristía de la clausura fue presidida por el Sr. Obispo, D. Antonio Ceballos, en la parroquia de Santa María del Saladillo.

Durante más de un mes, esta comunidad parroquial, estuvo preparando el gran acontecimiento. Tanto el párroco, como todos los grupos parroquiales, trabajaron duramente y con gran ilusión, para recibir con enorme alegría a la Cruz y al Icono de María, y traer un trocito de lo que será la Jornada Mundial de la Juventud y contagiar, no sólo a su barrio, sino a todos los presentes que asistieron al acto.

Concluida la Eucaristía, la Cruz y el Icono, fueron llevados al puerto, donde embarcaba para seguir su peregrinación, en este caso a Ceuta.

Enhorabuena a todos por esa comunidad de Santa María del Saladillo, porque ese trabajo "ha dado sus frutos incluso si la Cruz no hubiera venido al final" como dijo su párroco, el P. Yelman Francisco Bustamante.


En esta foto, vemos un grupo de jóvenes, que esperaban la llegada de la Cruz y el Icono a la parroquia. Otros muchos venían acompañándolos, y otros esperaban dentro del templo.










Un templo a rebosar -no sólo de fieles, también de alegría, amor, buen ambiente y unidad-, celebraba la Eucaristía presidida por D. Antonio Ceballos, Obispo de Cádiz y Ceuta.
La Cruz estaba repleta de "posits" de colores, fruto de las oraciones que hicieron los jóvenes, en la vigilia que tuvieron la noche anterior.






La Cruz y el Icono, son portados por los jóvenes, en su mayoría pertenecientes al grupo Scout´s de la parroquia, hasta el puerto.