sábado, 22 de octubre de 2011

Toma de posesión del nuevo Obispo de Cádiz y Ceuta.


Hoy, sábado, 22 de octubre de 2011, ha tenido lugar en la Santa Iglesia Catedral de Cádiz, la toma de posesión del que, desde hoy, es el nuevo Obispo Diocesano de Cádiz y Ceuta.

A las doce del mediodía se iniciaba la celebración de la Eucaristía, en la que don Rafael Zornoza, ocupaba el lugar de don Antonio Ceballos; cargo que tuvo durante dieciocho años.
En la foto, tomada de "La Voz de Cádiz", podemos ver en el centro a don Rafael instantes después de su toma de posesión. A su derecha, un emocionado don Antonio, que sin duda echará de menos a Cádiz. A su izquierda, don Renzo Fratini, Nuncio Apostólico en España.

Todo esto sucedió en el día en que celebramos el día del Beato Juan Pablo II, al que le pedimos en esta fecha tan señalada, que interceda por estas diócesis de Cádiz y Ceuta, por el nuevo Obispo, don Rafael; por el Obispo Emérito, don Antonio y por todos los sacerdotes; para que sean esos pastores que necesitamos los laicos.

Tampoco es casual, que celebremos mañana la Jornada Mundial por la Evangelización de los Pueblos, lo que conocemos como "el día del DOMUND". Y es que es tarea y deber de todos evangelizar, cada uno en las medidas de sus posibilidades.

Nuestros pastores, son la guía que tenemos, nuestros orientadores, y tenemos un nuevo pastor en Cádiz y en Ceuta, por el que pedimos a Dios para que sea el pastor que necesita Cádiz y Ceuta, como lo ha sido don Antonio, y le dé los dones y carismas que necesite en cada momento, para poder llevar este nuevo barco que le ha tocado capitanear. Nosotros, sus laicos marineros, estamos a su disposición para que, entre todos, llevemos la nave a buen puerto; la del Reino de Dios.

Agradecemos a don Antonio, todos estos años de entrega y oración en estas diócesis, donde siempre lo esperaremos con los brazos abierto, como gaditano de adopción que es.

Hoy, especialmente, don Rafael y don Antonio están en nuestra oración.

Que el Señor los bendiga y a nosotros también.

sábado, 8 de octubre de 2011

Fe

El ciego se fía de su lazarillo, confía en que lo guíe por el buen camino. Así es nuestra fe. Ciega. Quizás no veamos a Dios, pero lo sentimos, sabemos que está ahí. Nos fiamos de Él.¿Qué gracia tan grande la de la fe! El Señor nos la regala, ya a veces lo vemos con tanta normalidad, que no apreciamos lo que tenemos y que otros carecen. Es cierto que en otras ocasiones le pedimos que nos dé más fe. “Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a esa morera: «Arráncate y trasplántate al mar», y os obedecería” (Lc. 17,6) A comienzos de semana, estuve en el entierro de una chica. Ante el desconsuelo de sus padres el sacerdote preguntó “¿Dónde está Dios?”; porque en estas situaciones o en otras similares, como enfermedades o accidentes, muchos se hacen esa pregunta. Pero él mismo dio la respuesta: “Dios está aquí”. Y es cierto. Dios estaba allí, quizás sosteniendo a esos padres y a ese esposo (sólo llevaban cuatro meses de casados) en sus brazos amorosos. Y es que, ante los problemas, nos entra el miedo, nos debilitamos. Lo mismo le pasó a Pedro cuando Jesús le invitó a andar sobre las aguas. En el momento en que dudó y no creyó en Él, se hundió.

Fijémonos, cuán importante es la fe que, aunque el poder sanador sale de Él, es nuestra fe la que nos sana. Veamos algunos ejemplos conocidos por todos:

Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, quedaré curada. […] Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu mal” (Mc. 5,28-34)

“¿Creéis que puedo hacerlo? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces tocó sus ojos diciendo: Que os suceda según vuestra fe. Y se abrieron sus ojos” (Mt. 9,28-30)

Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano, lo tocó y dijo: Quiero, queda limpio” (Mt. 8, 3)

Nuestro deber es hacer crecer nuestra fe y, sobretodo, formar nuestra fe, para que su crecimiento sea bueno, derecho, correcto.

Todos los días suceden milagros ante nuestros ojos; sin embargo, a penos los apreciamos. Despertarnos un día más, es el milagro de la vida, que no siempre agradecemos (por poner un ejemplo). Pero otro milagro que acontece diariamente, es precisamente el misterio de nuestra fe; el sacramento de nuestra fe: La Sagrada Eucaristía. Ahí está Cristo, Jesús Sacramentado. ¡Pero nos hace falta la fe!, precisamente para creerlo, sino, tan sólo veremos un pequeño trozo de pan.

¿Quién puede ayudarnos? ¿Quién es nuestro modelo? La respuesta es fácil, ¿verdad?: María.

Vayamos de nuevo a los Evangelios y leamos: “Aquí está la esclava del Señor, que me suceda según dices” (Lc. 1,38). En el “Sí” de María, está la fe; pues sin ella, no podría haber aceptado lo que Gabriel le proponía de parte del Señor. ¡Qué tarea y misión más grande! ¡Iba a convertirse en la Madre de Dios! Y desde su humildad, desde su sencillez, acepta, aún sabiendo las problemas que eso conllevaría, y que estaba “sola ante el peligro” Pero su fe la fortaleció, la hizo estar donde tenía que estar.“¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.” (Lc. 1,45) Isabel reconoce la fe de su prima María. Hoy viene a decirnos que tengamos fe en su Hijo. En Él está la Salvación.

Pero José no se queda atrás, no podemos olvidar la fe tan grande que tuvo cuando oyó la voz del ángel: “José, hijo de David, no tengas reparo en recibir a María como esposa tuya, pues el hijo que espera viene del Espíritu Santo.” (Mt. 1, 20). No lo tuvo fácil tampoco y, sin embargo, ahí estaba él. Aceptando la misión que Dios le encomendaba. Pese a sus dudas, pese a sus miedos, pese a la dificultad. Pero con fe.

Hoy día, en la sociedad en la que vivimos, tenemos que tener una fe bien formada y robusta. Al igual que María, José y tantos santos de Dios, nuestra fe debe ser un ejemplo para los demás.

Pidámosle al Señor que nos conceda la fe del tamaño de un grano de mostaza, no para trasplantar moreras al mar, sino para seguir por el camino correcto y saber y poder evangelizar. Acudamos a María y a José, que son ejemplos vivos de la fe en Jesús. Recordemos la canción que tanto hemos oído, el himno de JMJ 2011 y pongámosla en práctica.: “Firmes en la fe, caminamos en Cristo nuestro Amigo, nuestro Señor”. “¡Haznos firmes en Ti!”

El Señor os bendiga.

viernes, 7 de octubre de 2011

Nuestra Señora del Rosario

Hoy, 7 de octubre, la Iglesia celebra la fiesta de Nuestra Señora del Rosario. En ella, le pedimos a la Virgen Santísima, a través de la oración que enseñó a rezar a Santo Domingote Guzmán. Oración completa donde las haya, pues nos hace un resumen del Evangelio.

En los Misterios Gozosos, que se rezan los lunes y sábados, contemplamos los momentos que producen “Gozo” al saber de la Encarnación del Hijo de Dios. Son:

La Encarnación del Hijo de Dios. La Visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel. El Nacimiento del Hijo de Dios. La Purificación de la Virgen Santísima. La Pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo.

En los Dolorosos, que se rezan los martes y viernes, contemplamos los momentos de la Pasión y Muerte de nuestro Señor. Son: La Oración de Nuestro Señor en el Huerto. La Flagelación del Señor. La Coronación de espinas. El Señor carga con la Cruz Camino del Monte Calvario. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor.

En los Gloriosos, que se rezan los miércoles y domingos, contemplamos los momentos de Gloria de nuestro Señor y nuestra Madre. Son: La Resurrección del Señor. La Ascensión del Señor. La Venida del Espíritu Santo. La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos. La Coronación de la Santísima Virgen.

Y en los Misterios Luminosos (añadidos por el Beato PP. Juan Pablo II en 2002), que se rezan los jueves, contemplamos los momentos de la vida pública de Jesús. Son: El Bautismo de Jesús en el Jordán. La Autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión. La Transfiguración. La institución de la Eucaristía.

Cada día, los misterios van acompañados de cincuenta Ave María, cinco Padrenuestro y cinco Gloria; además de las jaculatorias dedicadas a Nuestra Señora.

En esta oración, contemplamos el rostro de Cristo, como lo describía el Papa Pablo VI: Oración evangélica centrada en el misterio de la Encarnación redentora, el Rosario es, pues, oración de orientación profundamente cristológica. En efecto, su elemento más característico –la repetición litánica del "Dios te salve, María"– se convierte también en alabanza constante a Cristo, término último del anuncio del Ángel y del saludo de la Madre del Bautista: "Bendito el fruto de tu seno" (Lc 1,42). Diremos más: la repetición del Ave Maria constituye el tejido sobre el cual se desarrolla la contemplación de los misterios: el Jesús que toda Ave María recuerda es el mismo que la sucesión de los misterios nos propone una y otra vez como Hijo de Dios y de la Virgen (Extraído de vatica.va)

La Virgen nos recomienda que recemos el Rosario, pues es una de las armas (sino la más) poderosas para enfrentarnos y vencer al maligno. Además, nos indica quince promesas para los que lo recen:

1.- El que me sirva, rezando diariamente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.

2.- Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.

3.- El Rosario será un fortísimo escudo de defensa contra el infierno, destruirá los vicios, librará de los pecados y exterminará las herejías.

4.- El Rosario hará germinar las virtudes y también hará que sus devotos obtengan la misericordia divina; sustituirá en el corazón de los hombres el amor del mundo al amor por Dios y los elevará a desear las cosas celestiales y eternas. ¡Cuántas almas por este medio se santificarán!.

5.- El alma que se encomiende por el Rosario no perecerá.

6.- El que con devoción rezare mi Rosario, considerando misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá muerte desgraciada; se convertirá, si es pecador; perseverará en la gracias, si es justo, y en todo caso será admitido a la vida eterna.

7.- Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin auxilios de la Iglesia.

8.- Quiero que todos los devotos de mi Rosario tenga en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia, y sean partícipes de los méritos de los bienaventurados.

9.- Libraré pronto del purgatorio a las almas devotas del Rosario.

10.- Los hijos verdaderos de mi Rosario gozarán en el cielo una gloria singular.

11.- Todo lo que se me pidiere por medio del Rosario se alcanzará prontamente.

12.- Socorreré en todas sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.

13.- Todos los que recen el Rosario tendrán por hermanos en la vida y en la muerte a los bienaventurados del cielo.

14.- Los que rezan mi Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.

15.- La devoción al santo Rosario es una señal manifiesta de predestinación a la gloria.

Madre del Santo Rosario, llévanos siempre de la mano hasta tu Divino Hijo. Tennos bajo tu manto sagrado y líbranos de morir sin confesión. En Ti confiamos Madre, y que la voluntad de tu Sacratísimo Hijo sepamos aceptarla siempre. AMÉN

El Señor os bendiga.

domingo, 2 de octubre de 2011

Ángeles Custodios

Desde el siglo XVII, todos los 2 de octubre se celebra esta fiesta, instituida por el Papa Clemente X, de los Ángeles Custodios.

Quisiera señalar esta cita de San Mateo: "Mirad que no despreciéis a uno de esos pequeños, porque en verdad os digo que sus ángeles ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre, que está en los cielos" (Mt. 18,10)

Estos son nuestros compañeros desde el momento de nuestra concepción, hasta que partimos para la otra vida. Nos guían, nos enseñan, nos ayudan a diferenciar el bien del mal, nos protegen del maligno... "Pues te encomendará a sus ángeles para que te guarden en todos tus caminos" (Sal 91 (90),11)

En este sentido, he optado por esta pintura de Domenichino. En ella, podemos ver cómo ese niño (que somos cualquiera de nosotros) está en medio de la constante batalla espiritual, en la que el demonio nos tienta en el momento que menos esperamos, siempre está ahí para hacernos caer. Por contra, nuestro Ángel Custodio, siempre nos protege. Vemos como abre sus alas y nos cubre del maligno con su escudo; mientras con su brazo derecho, nos muestra que el camino correcto y la fuerza de su defensa deriva de Dios, al que hace referencia con su mano. Nos enseña al camino de la luz, lejos del de las tinieblas, al que nos quiere arrastrar Satanás con sus atractivos engaños.

Nuestro Ángel Custodio, eleva nuestras plegarias y oraciones a Dios, la única arma poderosa que tenemos para derrotar al mal.
Acudamos a él más a menudo, que es un intermediario directo con Dios que tenemos y pocas veces lo aprovechamos. Él está ahí para ayudarnos siempre que lo necesitemos. Recordemos que es el compañero inseparable que Dios nos ha puesto en la vida.

Os dejo con esta pequeña oración archiconocida, dedicada a nuestro Ángel Guardián.

"Ángel de Dios, bajo cuya custodia me puso el Señor con amorosa piedad, a mí que soy vuestro encomendado, alúmbrame en este día, guárdame, defiéndeme y gobiérname. Amén."

El Señor os bendiga.