miércoles, 15 de abril de 2015

De las tinieblas a la Luz



Hoy quiero dejar un breve comentario al Evangelio del día, que está tomado de Juan 3, 16-21

Si encendemos una vela en una habitación oscura, el objeto que esté más cerca de la luz se iluminará. A medida que alejamos ese objeto de la luz, cada vez se verá menos hasta que se pierda en la oscuridad.

Esto mismo es lo que nos dice Jesús en el Evangelio: “Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.” Es decir, que nos alejamos de Dios por temor a ser juzgados por nuestras malas acciones. Sin embargo, también nos dice algo muy claro: “Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él” Es tan grande el Amor que nos tiene que, además de que, para nosotros es imposible entenderlo, nos entrega a su Hijo para que tengamos vida eterna.

El que cree en Él, no será juzgado” Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto creer en Dios? Si creyéramos de verdad, seríamos incapaces de hacerle daño. Sin embargo, aunque creamos plenamente en Él, somos imperfectos y cometemos errores. Pero esos errores Dios nos los perdona en su infinita bondad y misericordia, por Amor. A veces hemos oído decir “yo perdono pero no olvido” ¿Qué perdón es ese? El perdón verdadero, el que viene de Dios, es un perdón sincero, que olvida hasta el peor de los pecados, si de verdad estamos arrepentidos.

¡Cuánto nos falta por aprender!

El ejemplo que damos los que nos consideramos Iglesia, quizás no sea el mejor, pero por nuestra imperfección. Debemos cambiar, y debemos hacerlo YA. Nuestra debilidad es la grieta por donde entra, de forma escurridiza, el enemigo. Y esa grieta cada vez es más grande. Pero por esa grieta no entra luz, sino que una negrura, un abismo, una tiniebla que se va haciendo cada vez más espesa. No nos ayudamos unos a otros. Lejos de ello, nos criticamos a las espaldas y vamos destruyendo y matando con la palabra. Y en nuestra ceguera, pensamos que estamos en la Verdad. Esto nos pasa, porque en la oscuridad no sabemos diferenciar una cosa de otra, porque todo está enmarañado, todo está confuso, todo está en el poder del enemigo, todo gira en torno a una mentira. Eso quiere decir, que no sabemos si verdaderamente estamos equivocados. Pero si alguien nos intenta corregir, desde la luz, para acercarnos a ella, seguimos empecinados que los que están en el lado oscuro, son los demás. ¿Cuándo nos vamos a dejar quitar la venda que nos puso el enemigo, sin que nos diésemos cuenta, cuando entramos en su territorio?

La Luz nos llena de gozo y nos acercar a Dios y a los demás.
La oscuridad, la tiniebla, por contra; nos aleja de todo. Manifiesta en nosotros angustia, envidia, ansias de poder, deseo de dominar a todos, egoísmos... esto nos lleva a la muerte. Pero no nos desalentemos. ¡Jesús ha resucitado! y viene para transformar nuestro luto en alegría, nuestra tristeza en gozo, nuestra muerte en VIDA.

Desde nuestra libertad solo nos queda elegir. Depende de nosotros. ¿Prefieres luz o tiniebla? ¿Muerte o Vida?

El Señor os bendiga.

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