domingo, 29 de mayo de 2016

Corpus Christi

Celebramos la Solemnidad del Corpus Christi, fiesta en la que reconocemos, de forma especial, que Jesucristo está realmente en la Eucaristía.
Jesús Sacramentado, un año más quiere salir al encuentro con nosotros. El único que es digno de la Gloria y el Honor. El Dios que se humilla. El Dios que se hace hombre para estar a nuestra "altura". El Dios que es la MISERICORDIA por excelencia. El Dios que quiere que seamos misericordiosos con los demás. El Dios que quiere que creamos en Él para salvarnos. El Dios que está deseando ayudarnos. El Dios del que habla la Biblia. Ese Dios que parece algo de los tiempos antiguos, no lo es, y hoy quiere, de nuevo,  recordarnos que está siempre a nuestro lado, día a día, segundo a segundo. Hoy quiere bendecirte, sanarte, ayudarte... ¿te vas a dejar hacer por Él?

Hoy es un día en el que quiero agradecer a Dios por el regalo que nos dio al dejarnos sacerdotes. Sin ellos no tendríamos el milagro de Cristo hecho Eucaristía. Esos sacerdotes que, lo primero son hombres, humanos, por tanto, imperfectos, como tú y como yo. Esos sacerdotes que tanto criticamos porque no hacen lo que nosotros consideramos correcto, o simplemente, lo que queremos. Esos sacerdotes que a los que les hacemos la vida imposible con nuestra lengua asesina. ¿Se nos ocurre alguna vez ayudarlos? ¿Rezamos por ellos? ¿Somos tan soberbios que somos incapaces de no perdonar cualquier fallo que tiene otra persona? ¿Donde está nuestro amor? ¿Es solo una "buena cara" ante los demás para que digan lo "buenos" que somos? Todos, absolutamente todos, somos culpables de esta falta de amor para con los demás. Quiero acordarme especialmente, y a nivel personal, de cuatro sacerdotes por los que siento un gran cariño. Rezo por ellos y, te invito, a ti que estás leyendo esto, sea el día que sea, que reces por algún sacerdote. No te vayas muy lejos, con que lo hagas por tu párroco bastará. Recuerda, él te trae a Cristo todos los días del año. Cristo lo eligió, entre otras cosas, para eso. ¿No crees que es razón más que suficiente para que le pidamos a Dios que lo ayude? Aunque solo sea por egoísmo, porque nos interesa que nos acerque a Dios realmente.

Muchas veces hacemos daño, sin querer y otras queriendo, a otras personas con solo una palabra o un comentario, un pensamiento, un gesto... Tenemos que saber reconocerlo, pedir perdón, y tener propósito de no volver hacerlo. Sin embargo, a veces nos podemos sentir como el hijo pródigo, es decir, indignos del perdón, sentimos que no nos merecemos ser hijos de Dios. Y es cuando viene, nos abraza, nos dice que no pasa nada, incluso nos hace regalos. Lo cuento como testimonio personal, como experiencia propia. Dios es MARAVILLOSO.

Un día como hoy, queremos sacar imágenes a la calle para acompañar al Santísimo. Queremos engrandecer esta fiesta. O mejor dicho, en lugar de afirmar, lo preguntaré: ¿queremos engrandecer esta fiesta? o ¿queremos engrandecernos nosotros? Incongruentes, eso es lo que somos. Si no nos aguantamos entre nosotros mismos. Si solo queremos lucirnos y que nuestro nombre quede para la posteridad. Si hablamos mal de los demás levantando falsos testimonios o escandalizando... ¿de qué nos sirve sacar tantas imágenes si ni siquiera somos conscientes de que Cristo está en la Custodia?

Aprovechemos todos este Año de la Misericordia. Dios nos da una nueva oportunidad. Él quiere que te reconcilies con los demás, que vuelvas a Él que te espera con los brazos abiertos. Él solo quiere lo mejor para ti y para mí. Perdona. Ama. Cree. Adóralo. Alábalo.


Os deseo lo mejor en este día. Que el Señor os bendiga.

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